sexta-feira, 24 de maio de 2013

Primer Mundo

Al volver al Perú, tuve la suerte de encontrar un lugar para vivir tranquilo, dentro de la difícil Lima, tuve suerte de que el lugar en que trabajo me quede relativamente cerca y utilizando uno de los mejores medios de transporte en Lima, el Metropolitano. Paso por avenidas con bastante movimiento, relativamente ordenadas, seguras y limpias. Así, puedo decir que a mi vuelta a Perú, desde el restricto punto de vista que mi día a día me ofrece, que Lima parece una ciudad de primer mundo.

Punto de vista demasiado restricto, Lima no es la ciudad ordenada que un sistema de transporte como ese parece reflejar. Basta tomar una combi, en que generalmente no se respeta las fajas de las pistas (cuando las hay), ni los paraderos. Y no son sólo los choferes o los cobradores, somos los usuarios, que llegamos a la esquina y extendemos la mano aunque la combi esté en la segunda faja por que estamos apurados, aunque diez combis con el mismo destino pasen en menos de diez minutos y difícilmente la prisa que nos mueve son tan importantes como para causar el descontrol en el tráfico que tener una combi cruzada entre las dos primeras fajas de la derecha ocasionan.



Y los taxis, que abundan en Lima, también sufren de muchos de los vicios de las combis e impactan mucho en el tráfico. Muchas veces veo colas de carros por que hay tres taxis siendo abordados por un pasajero que intenta negociar el precio de la carrera. Responsabilidad de los usuarios, responsabilidad de los taxistas, responsabilidad de las autoridades que no exigen el respeto a las normas básicas del tránsito, pero creo que si el cambio comenzase por nosotros sería más fácil. No parar el taxi cerca a la esquina, intentar tomarlo en calles menos agitadas, no nos cuesta mucho caminar un poco. Salvo que tengamos alguna cosa que nos dificulte movernos (ser una persona mayor o estar con alguna persona mayor, o con bebés, mujeres embarazadas o con alguna dificultad de locomoción) caminar nos hace bien y le ahorraremos dolores de cabeza a mucha gente.

He tenido pocas oportunidades de ir a lugares más alejados en este periodo que estoy en Lima, pero al pasar por algunos distritos se ve que ese mundo ideal de calles limpias y seguras no es la realidad en toda la gran Lima. Hay lugares peligrosos, desordenados y con poca limpieza. Pero son lugares con gente que lucha, tanto como lucho yo, con las herramientas que tienen, como yo lo hago. Aunque mis herramientas me permitan luchar de terno y corbata (es un decir porque no uso corbata desde hace mucho) no soy más o menos que quien trabaja en polo y zapatillas. Además de luchar por superarse y por ser alguien en la vida, tienen que preocuparse con su seguridad.

Espero que poco a poco los lugares con estos paisajes menos afortunados ganen mejores condiciones, no para que sean agradables a los ojos de los otros, sino para que quienes conviven en ellos tengan una mejor calidad de vida. Que nos sintamos tranquilos y orgullosos de cada rincón de Lima. Que el desarrollo y el crecimiento económico peruano, sea lo que eso signifique, llegue a todos. Políticas sociales bien hechas son necesarias para dar ese impulso, aunque le duela al pensamiento capitalista, en el que en parte me incluyo.

Para evitar caer en el "así es nuestro país", soy testigo de que la desigualdad social no es una exclusividad peruana, sucede también en Brasil, donde el fenómeno de las favelas en Rio de Janeiro constituyen el ejemplo más nítido de lo dañino que ella es, habiendo sido responsable del crecimiento del tráfico de drogas y de la violencia. Imagino que en otros países también sucede, por lo que sé, México tiene esta desigualdad muy arraigada también.

En resumen, uno puede vivir en Lima con una buena calidad de vida, no sé si la misma que uno consigue en Europa, pero nada de lo que uno pueda quejarse. Pero me quedo con un sentimiento muy extraño, necesito reflexionar mejor sobre ese sentimiento, pero está relacionado con la desigualdad social y las oportunidades.

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