domingo, 19 de maio de 2013

Pollo a la brasa

No soy un experto en gastronomía, ni he tenido la oportunidad de probar las delicias de la alta gastronomía Peruana, por eso no me atrevo a titular un post de "Comida Peruana", quien sabe un día lo pueda hacer con propiedad, y espero no pesar más de 100 Kilos si un día lo hago.

Pero hoy comí pollo a la brasa, con su ajícito, con papas fritas y con su Inca Kola. La mayoría de los peruanos crecimos comiendo pollo a la brasa, una vez al mes (o cada dos meses), en alguna ocasión especial o simplemente cuando había flojera de cocinar un sábado o un domingo. Para los que pidieron imágenes, sigue una de ejemplo (espero con bastante maldad que los que no están en Perú, principalmente el que pidió que ponga imágenes, se antojen bastante):


Podía ser el pollo a la brasa de la pollería de la esquina o el del Pio Pio (en Arequipa), con su aguadito de yapa, pero siempre tenía un sabor especial. Tal vez porque nos recordaban buenos momentos, y porque eran un motivo para compartir la mesa con nuestros seres queridos.

Hubo una época en que abrió en São Paulo un restaurante de una cadena de pollerías peruanas (no de las principales creo), y abrió en un barrio de alto nivel adquisitivo, con un modelo interesante. Lamentablemente no duró mucho tiempo, creo que un año a lo mucho. Yo llevé a algunos amigos para que conozcan, pero el lugar dejaba mucho que desear en lo que se refiere a la atención, un par de veces encontramos los manteles arrugados y los mozos demoraban mucho en atender, cosa que en São Paulo es un crimen por el alto nivel competitivo de los restaurantes. Parece que el dueño era casado con una peruana y el maestro pollero era de Amazonas. El sabor del pollo era impecable, así como los aderezos, nada de que quejarse en ese sentido.

Aquí, un vestigio de la existencia de este local: http://www.kekanto.com/biz/rokys

Fue una época dorada, y cuando nos enteramos que tenían delivery, pedíamos pollo a la brasa a la casa, donde vivíamos peruanos y brasileros y disfrutábamos de compartir la mesa, conversando y disfrutando hasta el último huesito después de 4 o 5 años de vivir fuera de Perú. Fue tanta nuestra fidelidad al establecimiento que el día en que faltó el entregador (motoboy) el propio dueño nos vino entregar el pedido, nos reímos mucho ese día, y decidimos pedir con menos frecuencia para evitar el roche. Seguramente subí de peso, y mi nivel de colesterol subió en algunos de esos meses, pero valió la pena. Hoy no puedo abusar, pero una vez a cada dos meses, creo que puedo darme ese privilegio.

Precisamente esta semana conversé con un amigo brasilero que vivió en esas épocas con nosotros y recordaba con alegría las reuniones con el pollo a la brasa y las conversaciones en la mesa compartiendo ese platillo. Un abrazo para él y para los que compartieron esos pollos en la Av. Paulista, espero que abran una sonrisa cuando lo recuerden como yo lo hago ahora.

El pollo a la brasa no tiene el nivel gastronómico de un cebiche, ni de un ají de gallina, pero es peruano, y es rico, y cuando uno está afuera, lo extraña, ¿o no?


Um comentário:

  1. Dichoso tu, que puedes comer tu pollito! esperaremos hasta diciembre.
    Abs

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